La evidente preocupación de enfermería en términos de profesionalización conlleva la necesidad de transformar los conocimientos existentes en científicos, para alcanzar un cuerpo de conocimientos propio. Todo ello comporta la utilización del método científico; a partir del cual surge el PAE como una herramienta de trabajo que permite aplicar el método científico a la disciplina enfermera. Para poder realizar un adecuado uso y optimizar el rendimiento que del PAE se debe obtener, se requiere de una base conceptual sólida. Esta última conlleva la adquisición de un cuerpo de conocimientos sobre los modelos y teorías de enfermería como base epistemológica y ontológica del cuidado (Luis Rodrigo, 2013).
A lo largo de este medio siglo ha sido numeroso el colectivo que ha tratado de definir el PAE (Deiminger, Fehlau, Kneedler, Yura y Walsh, Griffin, etc.). Desde una perspectiva práctica se reflexiona brevemente sobre las más actuales. En la definición de Alfaro (1997) se describe el PAE como un “[…] método sistemático y organizado de administrar cuidados individualizados que se centra en la identificación y tratamiento de las respuestas únicas de la persona o grupos a las alteraciones de salud reales o potenciales” se aprecia como Alfaro no hace alusión a problemas sino a respuestas únicas, lo que recoge cualquier situación de la persona que pueda experimentar en relación con su salud.
Phaneuf (1999) en su definición incorpora el proceso de pensamiento crítico que implica el PAE, perfilándolo como “proceso intelectual y deliberado, estructurado con arreglo a una serie de etapas ordenadas lógicamente, que se utilizan para planificar unos cuidados personalizados dirigidos al mayor bienestar de la persona cuidada”. Entre las más recientes, Benavent, Camaño, Cuesta (1999) lo definen como “el instrumento básico del trabajo enfermero, que nos permite actuar con método adaptándonos a cada sujeto (entendido como individuo o grupo), generando una información básica para la investigación enfermera”.
Con las definiciones y su respectiva reflexión, adaptándola al momento actual de desarrollo de la enfermería, se propone la siguiente: Instrumento metodológico que, junto con una base conceptual y la aplicación del pensamiento crítico, permite alcanzar un cuidado de calidad, de cuya aplicación se derivarán nuevos conocimientos para la investigación hacia el desarrollo profesional y disciplinar.
Desde una perspectiva teórica, el PAE se explica en cinco etapas: valoración, diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación. En algunos manuales de referencia es posible encontrar la primera y segunda etapas como una sola, siendo el diagnóstico la conclusión de la valoración. Sin embargo, debido a la importancia del diagnóstico, se considera como una etapa separada, con intención de facilitar la comprensión. Conviene resaltar que cada una de las etapas comporta un conjunto de acciones que configuran un proceso en sí mismo conectado e interrelacionado. Dicho proceso se aplicará sobre una persona, cuidador, familia, grupo o comunidad2.
2.1. Características
Distribuir la metodología de atención en enfermería en etapas es un ejercicio puramente teórico, con finalidades de enseñanza-aprendizaje. Su aplicación práctica hace que todas y cada una de ellas se solapen y estén interrelacionadas de manera simultánea; con imposibilidad de ser consideradas como elementos aislados ni secuenciales. Obviamente, si se ha definido como una herramienta, necesita de unas instrucciones de uso que vendrán dadas por una teoría/modelo conceptual (véase capítulo Teorías y Modelos en Enfermería) que dotarán de sentido al producto final: el cuidado.
Saber aplicar el PAE correctamente conlleva entender sus características, las cuales capacitan a los profesionales de enfermería para poder prestar cuidados a la persona en constante cambio (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010; Berman, et al. 2008; Phaneuf 1999); siendo consideradas como atributos que le confieren utilidad (Fernández, 2008). Resumiendo la información de distintos autores, las características del PAE son:
2.2. Ventajas
Las características del PAE confieren un conjunto de ventajas que de algún modo se han mencionado en las características.
Favorece la continuidad en el cuidado, ya que se trabaja sobre las situaciones cambiantes de la persona, sin tener que empezar siempre de cero, modificando las decisiones en función de las repuestas de la persona (Fernández, 2008).
Incluye a la persona como autónoma y activa en el proceso de cuidado, participando en la toma de decisiones para su propia salud. Esto facilita la participación y responsabilidad de la persona en contraposición a modelos de atención autoritarios, dogmáticos, que en el momento actual quedan más en desuso (Fernández, 2008).
Confiere autonomía a la profesión, es decir, ayuda a que enfermería identifique sus responsabilidades específicas con respecto a otras profesionales, demostrando de esta manera la necesidad de su trabajo en la sociedad (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010).
Favorece la investigación, puesto que gracias a dicha herramienta se posibilita mejorar en el cuidado y el trabajo de forma estructurada sirviendo de base para el crecimiento y desarrollo profesional y disciplinar (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010).
Mejora la calidad del cuidado; en términos de eficacia y eficiencia, puesto que se considera a la persona en su totalidad e individualidad, desde una perspectiva holística (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010; Fernández, 2008).