La planificación es una etapa de pensamiento y posterior elaboración de resultados y estrategias. Planificar supone analizar los diagnósticos enfermeros elaborados en la etapa previa, establecer un orden de prioridad en cuanto a su abordaje, identificar posibles soluciones, así como patrones que nos ayuden a evaluar el resultado de las acciones y, por último, determinar las intervenciones y actividades específicas a llevar a cabo (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999). Para ello, además de conocimientos, enfermería debe tener una adecuada capacidad de relación terapéutica, buena experiencia, habilidad en el reconocimiento de las percepciones de la persona, ser intuitiva en la búsqueda de evidencias mediante la observación, tener iniciativa y considerar el concepto de holismo (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010).
Esta etapa consta de cuatro fases: priorización, planteamiento de los resultados/objetivos, determinación de intervenciones/actividades y registro del plan de cuidados. Se recuerda que es una división teórica, para facilitar el aprendizaje, estando todas las fases interrelacionadas en la práctica clínica. El producto final de esta etapa es un plan de cuidados de enfermería individualizado e integral, ajustado para cubrir las necesidades únicas de la persona, que no se resuelven en un plan de asistencia estandarizado (guías elaboradas para grupos de personas con necesidades comunes, protocolos estandarizados de instituciones, etc.) (Berman, et al., 2008).
Para la elaboración del plan de cuidados se enunciarán dos Taxonomías enfermeras. La Taxonomía NOC como una Clasificación de los Resultados de Enfermería, que recoge un lenguaje estandarizado y comprensivo de los resultados de las personas (Moorhead, et al., 2018); y la Taxonomía NIC como una Clasificación de Intervenciones de Enfermería, que propone un lenguaje estandarizado que engloba y organiza de forma sistemática todo un conjunto de intervenciones específicas realizadas por enfermería, basadas en la evidencia y cada una de las cuáles dispone de sus respectivas actividades.
5.1. Priorización
Proceso de elaboración de una secuencia preferente, derivado del análisis de los diagnósticos establecidos; con el fin de ser más eficaces y eficientes en la atención. Dicho de otro modo, enfermería se pregunta cuál de los diagnósticos sería conveniente abordar antes. Se conocen diferentes criterios de priorización en función de distintos autores, pero en todos ellos aparece un criterio común: la percepción de la persona. Esto implica que enfermería debe tener en cuenta el nivel de comprensión de la persona con relación a su situación actual, sus valores, creencias, pensamientos, manera de responder en lo que concierne a su salud y conocer la capacidad física, psíquica e intelectual con la que hará frente a la situación planteada.
En función del diagnóstico que afecte a más aspectos en términos de resolución se establecerá un orden de prioridad. Adicionalmente, hay autores que refieren tener en cuenta los siguientes aspectos clave para poder establecer prioridades (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010; Benavent, Camaño, Cuesta, 1999; Berman, et al., 2008):
5.2. Planteamiento de [los criterios de] resultados
Un resultado se refiere a “un estado, conducta o percepción de una persona, familia o comunidad que se mide a lo largo de un continuo en respuesta a una intervención o intervenciones de enfermería” (Moorhead, et al., 2018) y el cual debe ser lo suficientemente claro y conciso como para responder a cuestiones sobre qué se quiere conseguir, cómo y cuándo. El resultado indica la dirección de las estrategias a seguir y el orden de las mismas, sirve de base para el diseño de la estrategia y los materiales que se necesiten, así como los recursos de los que se dispone (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999). En la bibliografía existente, se habla de criterio, objetivo, resultado, meta indistintamente. En el presente capítulo se utiliza el término resultado, por ser considerado el más idóneo y coherente al significado de lo que representa en el PAE.
Los resultados dirigirán las acciones y serán los criterios para una posterior evaluación (última etapa). Indican los cambios esperados en la persona a través de las intervenciones/acciones que se programen y, posteriormente, ejecuten (etapa de Ejecución). También, serán elementos motivadores para la persona y enfermería ya que proporcionan una sensación de logro y superación (Berman, et al., 2008). Los resultados se pueden clasificar en base a diferentes criterios (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999; Berman, et al., 2008):
Atendiendo al lenguaje tradicional, cuando se formulan los resultados es requisito esencial el respetar los estándares de enfermería: marco legislativo, marco deontológico, protocolos de actuación en el caso de que los hubiere. Otro de los criterios básicos a tener en cuenta es la necesidad de que el resultado esté relacionado con la respuesta humana (que recoja siempre la primera parte de la formulación del diagnóstico, la etiqueta). Dicho de otra forma, Benavent, Camaño y Cuesta (1999) proponen la siguiente cuestión: ¿qué tendrá que hacer la persona para que la respuesta identificada en el diagnóstico cambie, desaparezca o se mantenga? La respuesta a esta pregunta será el enunciado del resultado. A partir de estas ideas un resultado deberá cumplir los siguientes requisitos (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999; Berman, et al., 2008).
Conocidos los criterios, a la hora de redactar los resultados se deben considerar los siguientes componentes, como si de una estructura gramatical se tratase (Benavent, Ferrer, Francisco del Rey, 2010).
Ejemplo de declaración de resultado formulada con lenguaje tradicional: JKM (sujeto) realizará (verbo) de manera adecuada y ordenada un listado de las prioridades que hacer a la semana (criterio), con ayuda de su pareja (condición), en 5 días (tiempo).
5.2.1. Taxonomía NOC
La Taxonomía NOC es una Clasificación de los Resultados de Enfermería (Nursing Outcomes Classification); una organización sistemática de resultados en grupos o categorías sobre semejanzas, diferencias y relaciones entre los resultados. Recoge un lenguaje estandarizado y comprensivo de los resultados de las personas, integrable en bases de datos informatizadas para su posterior análisis y uso en la práctica clínica. Se desarrollaron con la finalidad de poder evaluar los cambios producidos en el estado de la persona después de poner en práctica (etapa Ejecución) las intervenciones NIC de enfermería (Moorhead, et al., 2018).
La Taxonomía NOC se organiza en tres niveles: los dominios, como el nivel más abstracto; las clases, como nivel más específico del conocimiento y, por último, los resultados, como el nivel de mayor concreción. A cada resultado NOC se le asigna un identificador de cuatro dígitos numéricos y una definición. Su primera edición data de 1991 y en 2018, se ha publicado su sexta edición que se estructura en 7 dominios (enumerados del I al VII), 34 clases (listadas con las letras alfabéticas en mayúsculas) y 540 resultados (con una codificación numérica de cuatro dígitos) (Moorhead, et al., 2018).
Cada resultado de la Taxonomía NOC tiene un grupo de indicadores asociado. Se entiende como referente de resultado al estado, conducta o percepción más concreta de la persona que sirve como indicación para medir un resultado. Estos indicadores pueden cuantificarse mediante escalas de medición de cinco puntos que cuantifican el estado del indicador en un continuo de menos a más deseable (escala Likert del 1 al 5); y que, aplicados a la persona, demuestran el cambio y la variabilidad en el estado, conducta o percepción descrita por el resultado. Antes de realizar la intervención (etapa de Ejecución) es recomendable establecer una puntuación basal del indicador de resultado. Tras la intervención se puntuará de nuevo facilitando la evaluación en términos de consecución de los resultados propuestos (Moorhead, et al., 2018).
Se podría decir que un resultado NOC sería como un objetivo en el lenguaje tradicional. En el caso de la Taxonomía NOC cada resultado se compone de una etiqueta identificativa del resultado, una definición del mismo y un conjunto de indicadores, que actúan como variables que cuantifican la evaluación del logro (Moorhead, et al., 2018). Ejemplo de un resultado NOC, dentro de la estructura:
En función del medio y las circunstancias en las que se elabore el plan de cuidados se seguirá el lenguaje tradicional o el uso de la Taxonomía NOC. En cualquier caso, la importancia del uso de Taxonomías fomentará la estandarización e investigación de la práctica enfermera.
5.3. Determinación de las intervenciones/actividades
Las intervenciones son estrategias individualizadas diseñadas para una persona, con el fin de abordar los diagnósticos establecidos y alcanzar los resultados planteados. Dicho de otro modo, se define como cualquier tratamiento, basado en el conocimiento y juicio clínico que realiza un profesional de enfermería para favorecer el resultado esperado. Las intervenciones de enfermería incluyen tanto cuidados directos e indirectos, como tratamientos puestos en marcha por otros profesionales (Butcher, Bulechek, Faan, Dochterman, Wagner, 2018).
Atendiendo a la clasificación de Butcher et al. (2018), se pueden definir diferentes tipos de intervenciones:
Desde una perspectiva práctica, en esta fase, enfermería determina y redacta las intervenciones y actividades concretas, recurriendo a conocimientos específicos relacionadas con la materia específica. Es recomendable plantearse siempre las siguientes cuestiones como guía (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999):
Cada una de las actividades que se planifiquen deberán cumplir las siguientes características (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999; Berman, et al., 2008) muchas de las cuáles coinciden con las planteadas en las fases previas de la planificación (véase priorización y planteamiento de [los criterios] los resultados):
Resaltar en este punto la importancia de los protocolos o planes de cuidados estandarizados y su utilización. No hay que olvidar que son herramientas basadas en el conocimiento enfermero que reducen los tiempos en la realización de tareas y agilizan la distribución de actividades; pero en ningún caso reemplazan un plan de cuidados individualizado. Los protocolos servirán de guía, en términos de orientación, pero nunca sustituirán a la planificación que se viene desarrollando.
En cuanto al formato de escritura de las intervenciones en el lenguaje tradicional, se sigue el mismo formato que en los resultados, resaltando también la importancia del elemento temporal, es este caso con relación a cuándo, cuánto y con qué frecuencia se requiere realizar cada una de las actividades programadas.
5.3.1. Taxonomía NIC
Al igual que la Taxonomía NOC, existe una Clasificación de Intervenciones de Enfermería, conocida como Taxonomía NIC (Nursing Interventions Classification). Se trata de un lenguaje estandarizado que engloba y organiza de forma sistemática todo un conjunto de intervenciones específicas realizadas por enfermería, basadas en la evidencia y cada una de las cuáles dispone de sus respectivas actividades. Esta Taxonomía se organiza en tres niveles: los campos, como el nivel más abstracto; las clases, con un mayor nivel de concreción de conocimiento y, por último, las intervenciones, como el nivel más específico (Butcher et al., 2018).
Actualmente se encuentra en su séptima edición, publicada en 2018. Esta se estructura en 7 dominios (enumerados del 1 al 7), 30 clases (enumerados con letras alfabéticas en mayúsculas) y 565 intervenciones (codificadas con cuatro dígitos numéricos). Cada intervención incluye su etiqueta, una definición y una lista de actividades que especifican acciones de enfermería que son clave para la realización de la intervención citada. Serán los profesionales de enfermería quienes escojan, en función de la unicidad del caso, aquellas acciones que mejor se adapten a las respuestas humanas valoradas y priorizadas (Butcher et al., 2018). Ejemplo de una intervención, dentro de su dominio y clase correspondiente:
Tanto la Taxonomía NOC como NIC están en continua investigación para su actualización, exponiendo en este capítulo las últimas ediciones publicadas. Un ejemplo de investigación es el trabajo de Paloma, et al. (2014) con la incorporación de la intervención Fitoterapia (2420) en la última edición de la taxonomía NIC. Se insiste en que el uso de ambas taxonomías (NOC-NIC) facilita el estudio en términos de efectividad y coste de los cuidados de enfermería, gracias a la agilización de la atención mediante la informatización y codificación; lo que repercute directamente sobre la calidad asistencial prestada.
5.4. Registro del plan
La necesidad de documentar el plan de cuidados establecido con los resultados y actividades es clave para la comunicación entre profesionales, así como la toma de consciencia en la responsabilidad adquirida. Para una comunicación efectiva es necesario recordar unas directrices básicas a la hora de redactarlo: reflejar fecha de las intervenciones y firmar de forma que se verifique la persona responsable; redactar de forma clara y concisa, siendo lo más específicos posibles (quién, qué, dónde, cuándo, cómo y con qué frecuencia) y dejar reflejados los posibles cambios o variaciones en el estado de la persona, con sus consecuentes modificaciones en el plan (dentro de márgenes con una alta probabilidad, no modificaciones poco prevalentes). En los casos de aplicar un protocolo se deberá indicar claramente, señalando aquellos aspectos que se han modificado según las particularidades de la persona (Benavent, Camaño, Cuesta, 1999).